Contenido

Mostrando entradas con la etiqueta Arte. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Arte. Mostrar todas las entradas

lunes, 21 de febrero de 2011

La "Chapelle Royale" de Versalles


La construcción de la capilla, dedicada a San Luis, el rey y el antepasado de los Capetos,  canonizado por la Iglesia, se inició en 1689.  Fue interrumpida por la guerra y las obras se reanudaron en 1699 por J.H. Mansart, quien murió durante la construcción, en 1708.  Fue terminada en 1710 por  Robert de Cotte y bendecida el 05 de junio 1710 y la primera celebración  que se llevó a cabo fue el matrimonio del duque de Berry 6 de julio de 1710
Cinco años después de la muerte de Luis el Grande se abre, se usa principalmente para celebrar los funerales de los miembros de la familia real, el delfín (1711), el duque de Borgoña, duquesa de Borgoña y su hijo mayor (1712) y el duque de Berry (1714)




Boda del Delfín (Luis XVI) y María Antonieta
Ceremonia del Colegio del Espíritu Santo
Durante el siglo XVIII, la capilla sirvió como testigo en muchas ceremonias de la corte.  Te Deum se cantaban para celebrar las victorias militares y para celebrar el nacimiento de los hijos de los reyes. Las celebraciones asociadas a los matrimonios de los miembros de la familia real se encontraban entre la historia completa de la capilla, como la boda del Delfín Luis Fernando con María Teresa de Esapña, el 23 de febrero 1745 y las del Delfín Luis Augusto - el futuro Luis XVI- con la archiduquesa María Antonieta de Austria, el 16 de mayo 1770. Sin embargo, de todas las ceremonias asociadas a la capilla, los relacionados con el Colegio del Espíritu Santo fueron algunos de los más famosos y más lujosos de la historia de la capilla. 

Michel Chapuis en el órgano de la Chapelle Royal


J. B. Lully - Te deum - Parnasse français, Louis Castelain 

Chapelle Royale. Vesalles

jueves, 17 de febrero de 2011

Piazza Navona


El gusto barroco en la Piazza Navona. Oleo de G. P. Paninni, 1729

Tal vez no existe en Roma, ni el el mundo, un espacio mas Barroco que el del ámbito de la Piazza Navona. Este espacio urbano de 276 metros de largo x 54 metros de ancho, ocupa el lugar donde se construyó el Estadio de Domiciano, en el año 86 d.C. en un suburbio de la ciudad, el Campo Marzio.  El estadio, que seguía el esquema de los estadios griegos, en forma de herradura con graderías, tenía una capacidad de 30.000 espectadores y en el desarrollaban juegos atléticos. Fue el papa Inocencio X, quien decidió transformar el espacio donde estaba el Estadio en la actual Plaza que decoró con tres grandes obras maestras, La Fontana dei Quattro Fiumi de Bernini, el Palazzo Pamphili, donde residía Donna Olimpia, cuñada de Inocencio X, y la Iglesia de Sant Agnese in Agone, antigua capilla de la familia papal. El elemento central  de la plaza es la obra maestra del genial arquitecto y escultor Gianlorenzo Bernini: 

La fuente los los cuatro ríos, brillantemente esculpida entre 1648-51. Cuatro figuras de mármol, dispuestas  en dramática tensión, representan al Nilo (cuya oscura faz representa los orígenes desconocidos de este río) el Danubio (que mira hacia los emblemas de Inocencio X), el Ganges (sosteniendo un remo por su longitud como río navegable) y el Río de la Plata (redeado de monedas para simbolizar la riqueza de América), representando cada uno de los cuatro continentes conocidos en ese entonces. La fuente está coronada por un obelisco egipcio que el emperador romano Caracalla hizo traer a Roma. Además la plaza presenta dos fuentes a ambos extremos, esculpidas por  el escultor Giacomo della Porta, al costado sur de la plaza, otro hito  barroco:



la Fuente del Moro, de 1575. Casi un siglo después, en 1673, Bernini le aumentó la figura de un moro luchando con un delfín, que le da nombre a la fuente. Adicionalmente, cuatro tritones fueron añadidos en el siglo XIX, Al norte está la fuente de Neptuno, creada en 1574, aunque la estatua del dios marino fue recién añadida en 1878 por Antonio della Bitta.
Piazza Navona. Óleo de Canaletto.  h. 1760
La basílica de Santa Agnese  se erigió en el punto donde, cuenta la leyenda,  la santa, de 12 años, fue torturada por reusar a casarse con un pagano. La niña virgen fue desnudada, pero milagrosamente su pelo creció hasta cubrirla y salvarla de la vergüenza. Murió decapitada.  Entre los años 1653-1657 las obras de la fachada se completaron por parte del arquitecto Francesco Borromini, que cambió la distancia entre las dos torres laterales y presentó un volumen cóncavo en el centro. La cúpula barroca es el punto focal que contrasta con la horizontalidad de la plaza. Sant'Agnese in Agone es considerada como una de las mas espectaculares creaciones barrocas de la Roma de Borromini.

Fiestas de agosto Piazza Navona. Óleo de Paninni
Entre 1652 y 1866 la plaza Navona adquirió además una singular tradición: el piso de la plaza se inundaba los fines de semana de cada Agosto (bloqueando para ello el desagüe de las fuentes) y se convertía en un lago en honor a la familia Pamfili, aunque es falso que aquí se ejecutaran representaciones de batallas navales.Tenemos un rico registro visual de tales arreglos durante periodo Barroco […] que van desde ornamentos colgados en los edificios de la plaza hasta encasetamientos y estructuras tempolares erigidas independientemente de los edificios”.

 

viernes, 28 de enero de 2011

El "pathos" barroco


El èxtasis de Santa Teresa. Màrmol. Gian Lorenzo Bernini
Éxtasis  en una palabra castellana que tiene su origen en la palabra latina  ecstasis;   salir fuera de sí,  “estado del alma enteramente dominada por el intenso y grato sentimiento de admiración”  según el diccionario de la Real Academia;   que  se le ha dado en la historia cristiana de occidente  una connotación religiosa, sobrenatural, inspirada en Dios. Y si vamos a la historia, y la  historia del arte y a la escultura particularmente,  encontraremos dos obras del siglo XVII  que retratan en mármol estos estados extraordinarios. 
Obras del  genial arquitecto y escultor  Gian Lorenzo Bernini (1598-1680) el "Éxtasis  de Santa Teresa" (1647-1651) y la "Estatua yacente de la beata Ludovica Albertoni" (1671-1674), dos aventuras del arte  concebidas hace mas de trescientos años  hoy todavía nos inquietan;  esos cuerpos  desesperados,  exasperados  bajo sus barrocos ropajes,   anhelantes de sosiego en  un estado pasional,  resultado de una actividad  psíquico fisiológica.  La aventura  mística  en la santa y en la beata comienzan con su intención nupcial,  el “desposorio  espiritual”  con su amado hijo de Dios,   reflejando  su objeto deseado hasta alcanzar el episodio de dimensión sobrenatural,  ya en el terreno de la compleja psicología humana.  Se evidencia entonces  una reacción psíquica provocada por el objeto aprehendido y una reacción fisiológica perceptible en el cuerpo mismo.  La intensidad del amor que parte de la simple observación, pasa por el consentimiento,  la unión,  y desemboca en el rapto, en el éxtasis  como una constante que asciende hasta el límite posible donde se pierde el control.    El episodio místico comprende una serie de sensaciones, desde la normal "suspensión de los sentidos"  hasta el rapto entre el dolor-placer  elevándose el alma en una altísima contemplación con la consecuente suspensión o enajenación momentánea de la actividad corporal.  La escena de Bernini en el “Éxtasis” es la versión éxtatica de las palabras de Teresa,  acompañada de un ángel y  narrando su propia vivencia  mística:

“Veíale, en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me pareció tener un poco de fuego. Éste me pareció meter por el corazón algunas veces, y me llegaba hasta las entrañas, al sacarle, me pareció las llevaba consigo, y me dejaba toda abrazada de un aura grande de Dios”. 

En un altar de la iglesia romana de Santa María dela Vittoria,  bajo una luz irreal, un aura de levitación sacude el cuerpo de Teresa, el ángel como Cupido, de sonrisa indefinida, sostiene cándidamente su fálica flecha encendida apuntándola a ese cuerpo estremecido que deja ver sus formas pletóricas de deseo aún bajo el ropaje abundante e innecesario, los párpados  entrecerrados en un signo de gozo e indefecciòn,  la boca entreabierta,  gloria inmortal del arte barroco, como exhalando el suspiro apasionado,  sus brazos hacia abajo, perdida del todo la fuerza en sensación de  mortal desgajamiento,  recostada y ofrecida a la voluntad del amor extremo; su desnudo pie de piedra parce elevarse a la altura misma de  los placeres.  Muerte  y resurrección del mármol a la vida,  deseo prohibido pero conscientemente recibido. 

Estatua yacente de la beata Ludovica Albertoni.  Màrmol.  Gian Lorenzo Bernini
Y en un altar barroco de columnas marmóreas de la iglesia de San Fracesco a Ripa en Roma, la beata Ludovica tan real como la piedra misma parece desfallecer en su mortal  arrebatamiento entre los barrocos ropajes, las manos tensionadas y dolorosamente asidas al pecho, como queriendo arrancar el invisible rayo que la atraviesa, sufre el último gozo adolorido. Bernini la esculpió en la última etapa de de su vida, con sus avanzados 70 años, es el culmen de la obra escultultòrica del maestro,  el pathos barroco por excelencia. Ludovica si muere en este acto de amor, sus ojos extraviados y  su boca anhelante  parecen contener el dolor del mundo.


Tal vez  muere con ella la representación del ideal místico-religioso de la contrarreforma y de los siglos posteriores,  tan diferente del éxtasis clásico griego, vivido y entendido  como una doctrina  alrededor de  Dionisio,  dios del vino,  inspirador de la locura ritual, de la ebriedad,  proveedor,  por ejemplo,  del éxtasis y de  la euforia secreta de las mujeres en las bacanales de la arboleda de Simila.  Habrá acaso en el siglo XXI  un concepto éxtatico que podríamos llamar neo-dionisismo?   

domingo, 23 de enero de 2011

"Quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini"




El Baldaquino de San Pedro (1624 - 1633) también llamado de oro o de la confesión, cubre el Sacro Altar Pontificio, en la nave central de la Basílica de San Pedro. Se encuentra debajo de la cúpula de Miguel Angel.
Diseñado y construido por Gian Lorenzo Bernini cubre la tumba de San Pedro.
El diseño del baldaquino está construido en bronce y simula la forma de un palio en vez de un templete. Lo forman cuatro columnas salomónicas de 29 metros de altura que sostienen sendas porciones de entablamento, unidas por una cornisa cóncava con colgaduras que imitan los palios textiles. De los vértices arrancan cuatro volutas convergentes, altas y finas, coronadas por un pequeño entablamento mixtilíneo.


Bernini, aunque siempre se muestra clasicista, utiliza elementos barrocos adaptados a su nuevo estilo. Utiliza como elemento de soporte principal la columna salomónica profusamente decorada. Frente a la sobriedad renacentista, las líneas adquieren un caracter dinámico y efectos de sorpresa. El uso de orden gigante para las columnas es otro factor propio del barroco, aunque iniciado ya por el manierismo arquitectónico en épocas anteriores. Los elementos decorativos desbordan lo constructivo y son abundantes: Volutas de enorme tamaño, guirnaldas. En cuanto a la decoración arquitectónica se utilizan frontones mixtilíneos y se parten dotando de desequilibrio a la composición. Todo esto para conseguir un aspecto caprichoso e irracional.
La función de esta arquitectura reside en promover al fervor de los fieles y crear asombro, la maravilla y el encantamiento.Todo ello para crear un ambiente en el que el fiel se vea impresionado por lo magnífico de la obra.
Los nueve años que duró la construcción participaron en ella siete escultores: Andrea Bolgi, François Duquesnoy, Giuliano Finelli, Giambattista Soria, Simone Laghi, Borromini y Matteo Buonarelli.


El Papa Urbano VIII (Maffeo Barberini) mandó fundir el bronce del techo del Panteón romano para que fuera empleado en el baldaquino. De ahí que, según se cuenta, algún anónimo colgó un pasquín con la sentencia: Quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini ("lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini), en alusión a la familia del Papa.





.